Me han pasado tantas cosas malas que ya solo recuerdo las buenas.
Mi hipocampo, el lugar del cerebro dónde guardamos con un precioso cuidado todos nuestros recuerdos, no soportaba tanta tristeza y eligió la opción menos facil: sufrir hasta el extremo por cada uno de esos recuerdos, para después poder olvidarlos sin esfuerzo.
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